De tod@s es sabido que el deseo sexual es algo innato y que, en concreto, el deseo sexual femenino ha sido aceptado e incluso venerado en muchas civilizaciones.
Observando la historia comprobamos que los consoladores o dildos han existido desde tiempos inmemoriales en todas las culturas.
¡Se trata de productos ya utilizados por los griegos y totalmente extendidos por la Europa medieval!
Comenzaron a modernizarse durante el siglo XVIII mediante la utilización de péndulos y esferas oscilatorias en su fabricación y la introducción de plata y marfil a fin de embellecerlos.
¡Pero entonces llego el siglo XX! Y la satisfacción sexual femenina fue relegada a un segundo plano (por no decir que se minó y se olvidó). Pero no todo quedó ahí, no, decidieron que la causa de cualquier trastorno psíquico femenino ¡provenía de nuestro útero! Así que, aquellos médicos tan inteligentes se dedicaban, gracias a los avances tecnológicos, a masajear las vulvas de sus pacientes utilizando unos nuevos instrumentos vibradores que vendían a los maridos anunciando que se trataba de un revolucionario método para ¡Curar la histeria!
¡Como pretendemos que no se asocien los vibradores a una conducta enfermiza!
¡Chicas revelémonos! ¡Apartemos de nuestra mente la carga demoníaca que nos inculcaron aquellos doctores victorianos! El placer sexual femenino es tan digno como el masculino.
Resulta increíble comprender cuanto ha avanzado la ciencia y la tecnología durante este periodo y como hemos retrocedido en este tipo de cuestiones.
¡Menos mal que esta tendencia parece estar cambiando en nuestros días!
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